07 Diciembre 20

Ir en bicicleta

La forma en que nos movemos define nuestras prácticas cotidianas, los modos en que comprendemos y significamos la ciudad, cómo nos relacionamos.Desde el confinamiento, desplazarse en bicicleta es cada vez más peligroso en nuestras ciudades. Si caminar y andar en ese vehículo eran medios privilegiados para los viajes cortos durante la pandemia, el incremento de los ciclistas trágicamente fallecidos pone de relieve la inequidad que estos enfrentan en las calles, y que no solo se expresa en términos del espacio asignado a los autos y a las bicicletas, sino también en la escasez de ciclovías en las comunas de menores ingresos.

Las organizaciones de la sociedad civil acusan el aumento de velocidad de los vehículos motorizados, la imprudencia de los conductores, la falta de respeto de las leyes del tránsito y la ausencia de fiscalización; más aún, condenan una política pública que sigue ignorando la bicicleta como un modo de desplazamiento en toda su magnitud y que rehúsa asegurar las condiciones viales que corresponde.

La bicicleta tiene todos los atributos de un modo de transporte eficiente y racional. ¿Qué dicen los expertos? Ricardo Hurtubia, investigador del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable, muestra cómo, ya en 2012, el número de viajes diarios en ella casi alcanzaba el de los viajes en automóvil por autopistas urbanas. Es más, 66% de los viajes en auto eran de menos de 7 km, una distancia muy razonable para pedalear.

Más allá de su pertinencia como modo de transporte, la bicicleta contribuye a la sociedad y a la ciudad; mejora la salud mental y física; reduce los niveles de contaminación y ruido, y vitaliza las calles y el comercio local.

La forma en que nos movemos define nuestras prácticas cotidianas, los modos en que comprendemos y significamos la ciudad, cómo nos relacionamos. El desplazamiento en bicicleta es una experiencia multisensorial mediada por el cuerpo, a partir de la cual se recoge infomación, se establece contacto con los demás y se alimenta la vida pública. Quien se mueve con este medio regula y controla sus tiempos de viaje, modifica sus rutas, compra a pequeña escala, se detiene y se desvía, disfruta.

Sobre las condiciones de su viaje cotidiano, una ciclista responde que en la ciudad es muy usual encontrarse de un instante a otro en tierra de nadie, amenazada por automovilistas agresivos, excluida de la calzada y sin derecho en la vereda, aproximándose a los cruces con temor, porque casi todos los ciclistas han sufrido atropellos.

El espacio de la calle no es solo un recurso escaso, sino único; es el lugar de la vida pública, el lugar en que todos somos por derecho iguales. La primacía del auto en ellas responde a instrumentos de planificación de mediados del siglo pasado. Hoy la buena convivencia es exigible a todos, pero ya es hora de establecer equitativamente las prioridades y favorecer decididamente la caminata, la bicicleta y el transporte público.

Fuente: El Mercurio – Vivienda y Decoración