20 Abril 20

¿Con qué lógica se piensa el territorio en tiempos de coronavirus?

El control del Covid19 es un asunto de movilidad. Se aplica cuarentena total, se establecen cordones sanitarios, se dividen comunas, se levantan cuarentenas. Hay personas confinadas y otras en movimiento. ¿Cuál es la lógica territorial de estas medidas? Mientras no se aplique una cuarentena total para todo el país o regiones completas, el territorio y, sobre todo, cómo lo habitan las personas, debe entregar la información necesaria para lograr el difícil equilibrio entre economía y protección de la población. El análisis debe contemplar tanto información localizable en el territorio, como de la movilidad de las personas.


La respuesta oficial del Gobierno para declarar territorios en cuarentena se basa en “el análisis epidemiológico, que incluye el número de casos nuevos en las comunas; el número de casos en relación al territorio (para analizar concentración y dispersión en una localidad determinada), y elementos sanitarios vinculados a la vulnerabilidad de la población”[1]. Aparentemente, se aplica un criterio de concentración espacial de casos “en seguimiento” por parte del Ministerio de Salud (Minsal) para determinar áreas a inmovilizar[2]. El celo de las autoridades respecto a compartir la información más precisa genera dudas y, como suele suceder con la desinformación, da pie a especulaciones muy diversas y a malinterpretaciones de las medidas impuestas.


Según la Encuesta Origen Destino de Santiago (2012) el 40% de los viajes por trabajo se realizan a las comunas de Santiago, Providencia y Las Condes, involucradas inicialmente en áreas declaradas bajo cuarentena[3]. Sus residentes pertenecen a los segmentos de mayores ingresos de la ciudad y del país, y una buena parte puede teletrabajar, pero no así quienes mantienen en funcionamiento sus servicios esenciales: la mayoría, viajeros provenientes de otras zonas de la ciudad, especialmente de las que concentran población vulnerable (El Centro de Producción del Espacio, CPE, han graficado esta situación[4]).


No conocemos un porcentaje estimado de potenciales teletrabajadores y teletrabajadoras en Chile. Sin embargo, la encuesta del Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI) informa que alrededor del 75% de las personas de hogares con sueldos menores a 600 mil pesos aún se desplazan para laborar, mientras que en los de mayores ingresos cerca de un 80% puede teletrabajar [5]. Esto demuestra que en una ciudad tan fuertemente segregada socioeconómicamente como Santiago, la cuarentena es desigualmente lesiva en términos de las economías familiares.


En esta lógica se han impuesto medidas erráticas y extrañas -como cuarentenas de corta duración en Independencia y Padre Las Casas-, o divisiones internas en Ñuñoa, Santiago y Puente Alto. Así, el territorio es observado como una imagen estática, una foto tomada hace 15 días (tiempo relativo de incubación del virus) sobre la que se decide el enclaustramiento de sus poblaciones. El gran ausente en el análisis territorial son las preguntas sobre las prácticas de movilidad ¿cómo se mueven las personas en estos días? ¿cómo intervenir en esas movilidades con criterios de mayor seguridad sanitaria?


En Valparaíso y Viña Del Mar la carencia de una cuarentena general puede llegar a ser un factor dramático, pues esta conurbación presenta la más alta tasa de asentamientos precarios del país, con 9 mil 639 familias (aproximadamente 38 mil individuos). Los trabajadores y trabajadoras que residen en las periferias recorren largos trayectos para alcanzar el transporte -público o privado-, que los lleva a desempeñarse en los “servicios esenciales”, el comercio callejero, delivery y supermercados.

Como en muchos otros sectores vulnerables del país, aquí no se han desplegado estrategias territoriales que ofrezcan una mejor protección, al no decretarse cuarentena total, control sanitario del transporte público o reorganización de ferias libres y mercados que resguarden la distancia social.


La lógica territorial aplicada a la contención de la pandemia requiere de un debate con más antecedentes. Leer el territorio no es solo categorizar vivienda, ingresos y servicios, o localizar a las personas contagiadas en sus hogares. Los territorios se construyen con la movilidad de las personas y los objetos, incluyendo ahora la movilidad de los virus. Una visión sanitaria de protección a las personas requiere una inteligencia territorial que reúna datos de muy diversas fuentes y naturalezas, en tiempo real. Los periodos de crisis deberían promover la innovación. Existen tecnologías y conocimientos de otros países que nos llevan un par de semanas en el combate a la pandemia y, también, están los conocimientos de las personas que, en tiempos de emergencia, pueden aportar desde lo cotidiano con información y saberes propios, locales, que han surgido en estos días.


Un incipiente estudio MOVYT, que incluye bitácoras de viajes cotidianos de decenas de trabajadores y trabajadoras de la capital, muestra, primero que la mayoría se desplaza entre comunas con y sin cuarentena. Esto implica que se podría aplicar una restricción de movilidad selectiva, orientada a disminuir la extensión de los desplazamientos. En segundo término, la investigación revela que gran parte de las medidas de protección al contagio son autogestionadas. Estas medidas aplicadas en los viajes y lugares de trabajo deberían apoyar estas estrategias, en términos de sanitización y frecuencia. Las autoridades nacionales deben incorporar estas experiencias cotidianas para entender el territorio en tiempos de pandemia, para ello, una mayor involucración con alcaldías, trabajadores y trabajadoras del transporte público, y con las personas que mantienen en funcionamiento nuestras ciudades es fundamental.


Lamentablemente, hasta ahora ha estado presente el territorio en una dimensión básica. Esta ausencia es evidente en lo erráticas y desorientadas medidas que se han implementado (imponer y levantar cuarentenas). La pandemia afecta a toda la población y su vida cotidiana, es ahí donde una lógica territorial más compleja debe tener mayor protagonismo.

Fuente: Radio.uchile.cl