02 Noviembre 22

La inteligencia artificial mejora la vida, pero también implica riesgos que hay que prevenir

Un panel de especialistas se adentró en los lados luminosos y más oscuros de esta tecnología. Coinciden en que es un avance que revolucionará la sociedad y en la necesidad de una legislación que ponga límites éticos.

Doscientos nuevos trasplantes de órganos se han gestionado gracias a Kefuri, una plataforma creada por investigadores chilenos y que usa inteligencia artificial para mejorar las bajas tasas de trasplantes en el país. Su nombre significa ‘riñón’ en mapudungún, porque ese es el órgano más demandado para trasplantes.

‘Hay muchos factores que inciden en que los órganos no llegan a utilizarse en alguien que lo necesita. Se dice que el 50% es por negativa de los familiares, pero antes de ello hay un 87% que no llega ni siquiera a esa decisión familiar porque falla el proceso de procuramiento del órgano por distintos factores humanos. Lo que nosotros hicimos fue poner inteligencia artificial a ese proceso’, dice Juan Velásquez, académico del Departamento de Ingeniería Industrial de la U. de Chile e investigador del Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería.

La plataforma —que nació por iniciativa de una alumna de Velásquez, Francisca González— ya está implementada en siete hospitales chilenos.

Este es uno de los ejemplos del positivo uso de la inteligencia artificial en la medicina, tópico que tocó Velásquez en el panel inicial del Congreso Internacional de Inteligencia Artificial, Neuroderechos, Plataformas Digitales y Metaverso, que comenzó ayer en el ex Congreso Nacional y que es organizado por Fundación Encuentros del Futuro, el Senado y la Academia Chilena de Ciencias.

En dicho panel se trataron las oportunidades y amenazas en torno a la inteligencia artificial.

Esta puede ser una aliada en mejorar la vida de las personas. En medicina, por ejemplo, puede ayudar a la detección temprana de enfermedades, a acompañar a los pacientes en sus tratamientos y buscar la mayor adherencia a ellos, a encontrar nuevos fármacos o a buscar tratamientos ultrapersonalizados para la medida de cada paciente.

‘La idea es que en el futuro los hospitales estén llenos de gente sana porque la medicina evolucionará para prevenir enfermedades, más que curarlas’, dice Velásquez.

Para ello se necesitarán buenos datos, aunque en Chile, advierte, aún está pendiente tener una ficha médica electrónica universal, la base de todo. Para él, su implementación debiera ser una política de Estado.

Discriminación

Pero la inteligencia artificial también puede tener un lado oscuro. ‘Obviamente puede haber discriminación dependiendo de quién tenga acceso a los datos’, aclara Velásquez.

‘Si la inteligencia artificial encuentra que tienes altas probabilidades de padecer una enfermedad, ¿un head hunter que tiene esa información te elegiría para un puesto ? o ¿un seguro te daría cobertura o tomaría tu enfermedad como preexistencia a pesar de que aún no la padezcas?’, se plantea Velásquez.

‘El manejo ético de los datos es crucial y para ello es necesario legislar’, aclara.

Precisamente sobre los aspectos legislativos de la inteligencia trató la ponencia del abogado Daniel Castaño, académico de la Universidad Externado de Colombia. ‘Latinoamérica mira a Chile como un referente en cuanto a la legislación sobre nuevas tecnologías’, dijo.

Él cree que en la inteligencia artificial y, en general, en las tecnologías que provocan un cambio sistémico no pueden usarse las mismas reglas y metodologías de la legislatura tradicional. ‘¿Cómo podemos legislar sobre algo de lo cual no sabemos su evolución?’.

De ahí que plantee explorar formas experimentales de legislar como el ‘sandbox regulatorio’, que puede ir evolucionando y variando a medida que la tecnología avanza y que debe estar basado en evidencia. ‘El desafío, más que regular el software, es proteger a la humanidad’, planteó.

‘Todos queremos más y mejor inteligencia artificial. Pero una que esté el servicio de la humanidad, garante de derechos y que respete libertades fundamentales ya consagradas’, dijo en su ponencia Moisés Sánchez, director ejecutivo de la Fundación Kamanu.

Explicó que hace un año los países miembros de la Unesco aprobaron un documento sobre estándares éticos de la inteligencia artificial. ‘Son recomendaciones, un faro ético al que debemos aspirar (…) y que sirve a los Estados para desarrollar sus políticas vinculadas a este tema’.

En el mismo panel, la subsecretaria de Ciencia, Carolina Gainza, se adentró en la relación de la inteligencia artificial y las políticas públicas. Contó que, desde 2021, Chile pasó a formar parte del grupo de 60 países que cuentan con una estrategia nacional en la materia.

Pero ya se trabaja, dijo, en una actualización de esta política, ‘donde los aspectos éticos, normativos, sociales y culturales deben tener un lugar mucho más relevante y tratarse por separado’.

‘La política de IA debe estar permeada por derechos humanos —y no humanos, si en algún momento es necesario—, apuntar a la igualdad, eliminar los sesgos, y generar mecanismos que permitan contrarrestar la actual ‘colonización de los datos’, como he llamado al extractivismo de datos al que todos estamos sujetos’, precisó.

Transmisión en línea

El encuentro continúa hoy en el edificio del ex Congreso Nacional. Además, se puede seguir en línea en el canal de YouTube de TV Senado. Los paneles de esta jornada tratarán sobre las regulaciones de las neurotecnologías y las plataformas digitales.

Fuente: El Mercurio