#Opinión:La urgencia de un transporte público seguro
Juan Antonio Carrasco Académico UdeC, Investigador ISCI – Cedeus
La actual emergencia sanitaria ha profundizado la gran desigualdad existente en nuestras ciudades. En efecto, estudios del Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería muestran la gran inequidad en las posibilidades que tiene la población para teletrabajar, donde cuatro de cada cinco personas de ingresos altos tienen actividades compatibles con el permanecer en casa, contrastando con apenas un quinto en los ingresos más bajos. Datos del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable refuerzan que sectores de ingresos bajos acceden a pocos servicios básicos de alimentación, farmacias y trámites cercanos, obligando a viajes más largos. Lo anterior lleva a mostrar la gran relevancia del transporte público en nuestras ciudades, considerando que más de la mitad de los hogares en Chile no dispone de automóvil.
Por ello, la discusión respecto a la seguridad del transporte público no debiera enfocarse a si este modo es riesgoso, sino que a las condiciones necesarias para que sea seguro, especialmente para quienes no tienen el privilegio de quedarse en casa. La evidencia recopilada hasta ahora sugiere que un viaje seguro requiere buena ventilación y sanitización de los vehículos, y uso de mascarillas, comportamiento silencioso y distancia entre pasajeros. Algunas de estas condiciones se logran mejorando las condiciones físicas de los vehículos, lo que enfatiza la necesidad de reforzar medidas tomadas en esa dirección. Lograr una distancia segura entre pasajeros requiere un trabajo más profundo, pues depende de la frecuencia del sistema y la cantidad de personas movilizadas en un cierto momento. Por ello, es necesario darle mayor urgencia a medidas que aumenten la frecuencia de los servicios, tales como utilización de la máxima flota, su relocalización, y mayor énfasis la prioridad de los buses en nuestras calles, incluyendo su fiscalización.
También es urgente ocupar todas las potestades de las autoridades para forzar que los horarios de mayor flujo de pasajeros no se concentren en períodos cortos. Nuestras ciudades no pueden prescindir del transporte público. Por ello, si bien estas medidas implican un desafío importante, su relevancia no sólo radica en la actual crisis sanitaria y su inherente desigualdad, sino que en la perspectiva futura de ciudades más equitativas y dignas.
Fuente: La Discusión