15 Abril 21

#Opinión Vuelta al colegio: ¿Puede hacerse de forma segura?

Por Susana MondscheinMarcelo OlivaresJoaquín Siebert, Ingeniería Industrial U. de Chile, Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería; y Patricio Foncea, MIT Operations Research Center

Una de las primeras respuestas adoptada por la mayoría de los países para contener el brote de contagios de SARS-CoV-2 fue el cierre total de las clases presenciales en colegios [1].

Con el transcurso del tiempo, el avance en el conocimiento del virus, el control en menor o mayor grado de los contagios y, sobre todo con el consenso de que la suspensión de clases presenciales ha afectado (y afectará) significativamente el aprendizaje y la salud mental de los niños ([2] [3]), los países han comenzado a abrir nuevamente sus colegios. Con esta apertura se ha logrado generar evidencia sobre el perfil contagioso de los menores y el efecto de reanudar las clases presenciales en la carga infecciosa, así como en la transmisión del virus a nivel poblacional.

Diversos estudios en Europa y Estados Unidos han concluido que los colegios no han sido un gran foco de aumento en la transmisión de covid-19 ([4] [5]), esto, en gran parte, debido a las medidas de contención que se han implementado en estos establecimientos, que conllevan a profundas reorganizaciones en su operación. En Inglaterra, por ejemplo, después de una larga y estricta cuarentena y un proceso de vacunación avanzado, los colegios y las universidades fueron los primeros en retornar a actividades presenciales utilizando test rápidos de antígenos dos veces por semana a prácticamente toda la población escolar (incluyendo incluso a sus familias). Por otra parte, Dinamarca reabre sus colegios a partir de abril con asistencia presencial semana por medio y fuerte recomendación de realizar dos test durante la semana presencial.

La evidencia indica que, a pesar de todo, han surgido brotes en colegios y por ello es crucial mantener estas medidas de mitigación en forma estricta para su rápida contención. En Alemania, por ejemplo, se muestra que los brotes en colegios disminuyeron significativamente (tanto en número de brotes como en personas infectadas) en la reapertura de colegios bajo diversas medidas de mitigación [6], comparado con los brotes observados antes de tomar dichas medidas.

Con el inicio del año escolar en Chile, el 4 de marzo, los colegios recibieron un protocolo elaborado por el Ministerio de Educación (Mineduc) en colaboración con el Ministerio de Salud (Minsal) sobre cómo funcionar en forma presencial. Dicho protocolo cuenta con especificaciones rigurosas de higiene, distanciamiento físico y de aislamiento, en caso de tener enfermos sintomáticos y/o sospechosos de Covid-19. Sin embargo, el protocolo no propone otras medidas de mitigación en relación a la reorganización de la operación del colegio, tales como “tamaños de burbujas sugeridas”, alternancia entre clases presenciales y online y políticas de testeo, entre otras. Como resultado de esto, se observó una heterogeneidad en el funcionamiento de los colegios en las pocas semanas en que estuvieron abiertos: en algunos establecimientos se implementó la asistencia presencial semana por medio, en otros día por medio, algunos duplicaron las salas de clases para dividir a los cursos en grupos más pequeños, en unos pocos se implementaron test para profesores y funcionarios asintomáticos, y en muchos de ellos, lamentablemente se operó en situación de pre-pandemia. En resumen, los colegios quedaron a la deriva e hicieron lo que mejor pudieron.

Ahora los colegios están nuevamente cerrados, pero, como “no hay mal que por bien no venga”, este periodo es una oportunidad para planificar bien la vuelta a clases presenciales y ayudar a los establecimientos educacionales a definir “prototipos” de organización factibles y eficientes. Complementar las medidas sugeridas por el Mineduc con otras de mitigación como, por ejemplo, la reducción del número de alumnos por sala, la combinación de clases online/presenciales y el testeo periódico de asintomáticos, son vitales para el éxito de la nueva vuelta a clases.

Siendo propositivos, los autores de este artículo hemos desarrollado una herramienta (de acceso público y gratuito https://covidanalytics.isci.cl/protocol/) para ayudar a los colegios a evaluar el impacto en el número de contagios en la comunidad escolar, así como en el porcentaje de clases presenciales de las distintas medidas de mitigación factibles. Utilizando esta herramienta, las principales conclusiones generales son (i) cuando existe un contagio es recomendable aislar al infectado y su curso (burbuja de interacción presencial), en la medida que se evite el contacto entre cursos; una estrategia más conservadora como cerrar todo el colegio disminuye marginalmente el número de contagios a expensas de una reducción importante de las clases presenciales. (ii) Reducir el número de alumnos por sala -burbujas de 20 estudiantes o menos- disminuye a la mitad el número de contagios y aumenta al doble el tiempo de clases presenciales, comparado con cursos que tienen el doble de alumnos. Cuando el número de salas es limitado, esta estrategia podría implementarse realizando clases en formato híbrido combinando clases sincrónicas en formato presencial (una burbuja para la mitad del curso) y vía streaming para la otra mitad, estrategia con la cual los niños tendrán la mitad de sus clases online. Con esto se reducen los contagios llegando a niveles de menos del 1% de la comunidad escolar. (iii) Finalmente, si es vital que los alumnos asistan todos los días a clases (cuando sus padres trabajan de forma presencial, por ejemplo) y achicar los cursos no es una opción por falta de salas de clases, realizar testeos rápidos de antígenos una vez por semana permite reducir los contagios en una magnitud similar a implementar burbujas.

Fuente: Latercera.com