Los mejores superhéroes siempre son nerds: Leonardo Basso, el hombre que lideró al equipo de ingenieros que salvó a 2.800 personas en pandemia y ganó el “Franz Edelman Award”
El 4 de abril Chile, recibió el premio Franz Edelman 2022 por sus logros en análisis avanzado, investigación operativa y ciencia administrativa para mejorar el manejo de la pandemia. Leonardo Basso, director del ISCI, recibió el galardón junto a su equipo, funcionarios de gobierno y una empresa de telecomunicaciones. Aquí cuenta cómo implementaron un trabajo único en el mundo y que le salvó a vida a 2.800 personas. También habla de su lucha personal con el Covid-19, que lo atacó dos veces y lo mantuvo internado por once días.
Peter Parker y Clark Kent, los dos superhéroes más reconocibles del mundo, son nerds e inadaptados que se deben disfrazar de Spiderman y Supermán para poder salvar a los ciudadanos de Metrópolis y Nueva York, respectivamente. Pero no todos los superhéroes tienen el mismo estilo. En Santiago, Leonardo Basso no necesitó de un traje ajustado o una capa para liderar a un equipo de profesionales del Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI) de la Universidad de Chile, que en un trabajo conjunto con Entel y funcionarios del Ministerio de Salud y el de Ciencia pudieron salvar las vidas de 2800 personas a través de la ingeniería y la ciencia.
Y si bien Leonardo y su equipo no pueden volar, tirar rayos láser por los ojos o trepar rascacielos, ellos desarrollaron otros poderes relacionados al análisis de datos. A través de ellos crearon herramientas complejas de entender, pero que resultaron claves para la toma de decisiones por parte de las autoridades con respecto al manejo de la pandemia. Decisiones que evitaron contagios, que impidieron un colapso en las camas críticas y que, en consecuencia, salvaron vidas.
Entre los desarrollos del equipo está la creación de una plataforma para monitorear la movilidad de la población durante las cuarentenas, un sistema para optimizar la búsqueda activa de casos asintomáticos en zonas críticas, un programa para vigilar la respuesta de anticuerpos a las diferentes vacunas contra el Covid-19 y una metodología para orientar la asignación de pacientes entre hospitales a nivel nacional.
Los importantes avances desarrollados por el ISCI, muy probablemente habrían permanecido en un anonimato generalizado si es que el Institute for Operations Research and the Management Sciences (Informs), una de las más grandes asociaciones de ciencias para las decisiones y datos, no le hubiese otorgado a Chile el Franz Edelman Award 2022, algo así como el Oscar o el Nobel de la analítica.
En entrevista con The Clinic, Leonardo Basso aterriza las dimensiones de la premiación en la que compitió contra profesionales de Alibaba, US Census Bureau, General Motors, Janssen Pharmaceutical Companies of Johnson & Johnson (Janssen) y Merck Animal Health.
También habla de su propia historia con el coronavirus, una enfermedad de la que se contagió dos veces y que lo mantuvo internado durante 11 días.
Leonardo, ¿cómo fue la experiencia en Texas donde recibieron el premio?
Nosotros llegamos como delegación el domingo y llegamos a trabajar para prepararnos para la competencia que fue durante el día lunes. Todo el día lunes los integrantes del equipo competimos. Tengo que decir que la competencia fue durísima, los otros equipos tenían trabajos de una calidad y tamaños enorme. Realmente impresionantes.
¿En qué consistió esa competencia?
Lo que ocurre es que en el premio Edelman, que es el premio a la innovación de investigación y operaciones de analítica más relevante del mundo, compiten organizaciones de todas partes del mundo, se presentan más de 200 postulaciones inicialmente. Algunas de ellas son seleccionadas para pasar a semifinales, allí un grupo grande de jueces van e investigan cada una de estas aplicaciones.
¿Cómo un control de calidad?
Exactamente. A nosotros nos entrevistaron durante dos horas y media, pero después querían saber que las cosas que hicimos estuvieran realmente aplicadas. Fueron a hablar con los científicos. Incluso estuvieron presentes las autoridades, eso para saber si esto se utilizó, no se utilizó, o cómo se utilizó. De ahí se seleccionaron seis finalistas y entre ellos estábamos nosotros como Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería, el Ministerio de Salud, el Ministerio de Ciencias y Entel, ya que fue la alianza que compitió. Y por el otro lado estaba Janssen, la farmacéutica Merck, General Motors, Alibaba y US Census Bureau, que censa a Estados Unidos.
O sea, unos gigantes al lado.
Todos gigantes. Nosotros éramos realmente una pulguita pequeña en términos de tamaño, en términos de recursos involucrados. Era David contra Goliat.
¿Cómo fue esa final?
Cada uno hizo un video de 40 minutos en el que describe en detalle qué es lo que hizo, de qué manera se desarrolló, cómo se implementó, cuáles fueron los desafíos, cuál es el impacto que tuvo y cuál es la posibilidad de que se transfiera para más adelante para otros proyectos. Y el lunes los jurados vieron cada uno de estos videos junto con los equipos. Tras un día muy extenso, los jueces se juntaron a deliberar.
Fueron horas sin descanso. ¿ Emotiva la ceremonia también?
No hemos parado ni un segundo. Desde que nos bajamos del avión nos pusimos a trabajar. La creación de este video fue mucha pega. Es esencialmente un gran documental que intenta recoger los aspectos científicos y humanos de todo lo que sucedió. Yo creo que el video quedó precioso, quedó emotivo como corresponde que sea. Esto con un trabajo del equipo de Pablo Rosenblatt, la producción del video es alucinante. Yo quiero reconocer lo que hizo Pablo Rosenblatt, porque es de nivel mundial. Sin un video de esa categoría, yo creo que no se ganaba.
¿El video tiene que dar a entender aspectos técnicos en un lenguaje más simple?
Tiene que decirlo todo. Tiene que dar el mensaje técnico para un científico, tiene que mostrar el impacto en el mundo real. Eso es un gran desafío. Escribir un guión como éste es una cosa muy compleja. Contarlo bien, que la historia se pueda seguir. Son 40 minutos que pueden realmente hacerse una lata y ser largos, o puede ser una linda historia. Yo creo que nuestro guión estaba muy bien, porque además cuenta la historia de estos desafíos y cómo se va a transferir de un gobierno a otro. Es algo que está bien recogido, porque tenemos autoridades pasadas y autoridades nuevas (entre ellas Gabriel Boric) en ese video, hablando de la importancia de la ingeniería y la ciencia para las decisiones de políticas públicas.
Cazando asintomáticos a través de antenas de celulares
¿Cómo a través de este desarrollo científico y de ingeniería se lograron cosas concretas como salvar 2.800 vidas, que es lo que ustedes calculan?
El proyecto que uno puede denominar como “un proyecto de salvar vidas”, intenta a través de diferentes iniciativas disminuir los contagios. Porque los contagios significan muerte. Un ejemplo concreto fue cuando nosotros comenzamos a analizar la movilidad junto con los partners de Entel. Allí sabíamos que la primera línea de defensa contra una pandemia desconocida eran las antenas.
¿Las antenas telefónicas?
Sí, pero para eso necesitábamos saber cómo estaban funcionando, nadie sabía cómo funcionaba. No había muchas esperanzas, hubo mucha discusión al respecto de qué hacer y qué no hacer. Y bueno nos abrió los ojos. Nos permitió mostrar que las cuarentenas funcionaban relativamente bien en sectores de altos ingresos, pero no estaban funcionando en las comunas más pobres y más lejanas de los centros de las ciudades. Esa información no estaba disponible y permitió que se sumaran acciones concretas para tratar de ayudar a la población. Y cumplir con las cuarentenas significaba menos contagio, eso es una manera concreta en la que pudimos ayudar.
¿La decisión de las cuarentenas dinámicas pasó por ustedes?
Nosotros no las decidimos, entregamos información. Eso lo decidía la autoridad, que recibía un montón de información diferente. Pero estos datos servían para saber si se cortaban, se alargaban, si estaban funcionando o no.
¿Hay otro ejemplo?
Otro ejemplo súper concreto es la búsqueda activa de casos. Cuando finalmente pasamos a la ofensiva y queremos comenzar a adelantarnos a los brotes, la pregunta era: “¿Cómo testeamos?”. No podemos ir a testear a las casas, la gente se está moviendo: “¿De qué manera testeamos eficientemente?”. Y lo que nosotros hicimos fue cruzar información de movilidad, con informaciones epidemiológicas para indicarle a cada Servicio de Salud y a cada Seremi en qué lugar era mejor poner el carrito de PCR para ir y testear, maximizando la posibilidad de capturar casos asintomáticos.
¿Y esta información de movilidad se obtenía a través de los pases de movilidad?
Se obtiene a través de un proceso muy complicado y extenso de procesamiento de información de la conexión de teléfonos celulares a las antenas telefónicas.
Pero eso parece ciencia ficción. ¿Es como esta escena de Batman cuando pilla al Guasón a través de los celulares?
Claro. Pero esto está anonimizado. Nosotros sabemos a nivel de zona censal, no sabemos más pequeño que eso. No es «el gran hermano» siguiendo cada teléfono, pero sí tenemos información agregada que es suficiente al cruzarlo con información epidemiológica. Con eso, por ejemplo, podíamos decir: “En esta zona de Valdivia está circulando la máxima cantidad de casos asintomáticos”. Es una estimación bien jugada la que estamos haciendo, pero fue muy eficiente. Único en el mundo, nadie más lo hizo.
Leonardo, esta herramienta de obtener información gracias a las antenas de los celulares, me imagino que se cruzó con otros miles de datos de las personas, como edad, género, ¿no?
No, sólo esa conexión de un aparato a una antena, la que permitía saber cuál es la zona censal, a ese nivel, de residencia de un aparato. Y ese aparato es detectado en otra zona censal, entonces sabemos que hubo movimiento. Y a partir de esos datos y agregación, basado en datos públicos poblacionales del Censo, somos capaces de inferir flujos. Entonces podemos saber, por ejemplo, cómo son los flujos normales de un lunes en una ciudad y cómo son los del martes, porque los del martes pueden ser diferentes porque hay feria.
¿O sea, las antenas funcionan como unos checkpoints? De ahí ustedes ven dónde surge el desplazamiento
Exactamente. Como las antenas están alejadas unas de otras, nosotros sabemos más o menos dónde se mueven. Y cada aparato se anonimiza antes de que nosotros recibamos la información.
Y este desarrollo me imagino que tiene infinitas otras soluciones, como viales y de otra índole, ¿no?
Nosotros ya firmamos un segundo convenio con Entel para hacer otras aplicaciones que tienen que ver con, por ejemplo, la localización de los centros de votación, basado en cómo la gente se mueve.
¿Para qué no pase lo de las pocas micros que vimos en las elecciones?
Claro. Se puede hacer mucho, y estamos estudiando ya junto con el Ministerio de Transportes y Entel la logística urbana en Santiago, de lo cual hay muy poca información.
Monitoreando camas críticas
¿Qué otros desarrollos aplicaron en la pandemia?
Una de las cosas fundamentales que hicimos, es que logramos hacer un testeo poblacional de anticuerpos anti Sars Cov 2 con estos tests rápidos. En vez de ir a buscar una muestra a través de los datos de movilidad, supimos cómo generar una muestra representativa de la población testeando en poquitos lugares. Entonces, logramos saber inmediatamente que las vacunas funcionaron, pero asumimos muy tempranamente que necesitábamos poner un booster (refuerzo) sobre Sinovac. Hicimos eso tres meses antes de que en Estados Unidos siquiera se aprobara por la FDA poner en curso los refuerzos. Eso salvó miles de vidas.
¿Por eso con Sinovac fue tan rápida la segunda dosis?
Así es. Por eso Chile es líder en refuerzos y puso las Sinovacs cuando las necesitábamos y puso las boosters cuando las necesitábamos y todo eso gracias a la información.
La ex subsecretaria Paula Daza, quien participó de la premiación, dijo que este reconocimiento es una demostración de que el trabajo privado, público y de la academia se pueden unir también. ¿Qué te parece eso?
Esto es algo que tenemos que aprenderlo, nos lo tenemos que meter en la cabeza. Son cosas que funcionan si es que cada uno pone de su parte. El Gobierno escuchando y tratando de implementar, el sector privado dejando la comodidad de las rentas que perciben y jugándosela por algo diferente. Y los académicos llegando a terreno, no creyéndonos la muerte ni que tenemos todas las soluciones, sino escuchando qué es lo que se necesita y desarrollarlo desde un punto de vista del uso.
Claro, dentro de las distintas soluciones que hemos conversado, hay algunas que son cuestiones bien concretas y bien responsivas a lo que indicaba la emergencia en momentos particulares, ¿no?
Fue así. En cada momento hicimos aquello que se veía que era más urgente. Durante la primera ola se estaban acabando las camas, entonces comenzamos con un esfuerzo tremendo de predecir cuántas camas UCI se iban a necesitar en una semana para todas las regiones. Eso fue urgente y desarrollamos la primera estimación de eso en menos de 24 horas.
¿Cómo se desarrolló esa estimación?
Eso fue muy tremendo, se acababan las camas y los modelos epidemiológicos entregan información que es más bien de largo plazo. La pregunta era más bien cuántas camas se necesitaban en una semana o dos semanas. El ministro de Ciencias me llamó y me dijo: “¿Pueden hacer algo?” y nosotros armamos un equipo para tratar de hacer algo con los datos que estaban disponibles, cuántas personas estaban enfermas, por rango etario, la información que en ese momento existía.
¿Y qué hicieron con eso?
Literalmente hicimos correr ocho modelos diferentes para tratar de predecir y con ello generar nuestra mejor estimación y así durante 58 reportes cada dos días le decíamos a la mesa de crisis “necesitas tantas camas en una semana y tantas camas en dos semanas, región por región». Fue una cosa muy angustiante porque había momentos donde decíamos “necesitamos 350 camas en la Región Metropolitana en dos semanas».
Uno tiene la imagen del doctor al que se le muere un paciente, pero ustedes también tenían el conteo de fallecidos. Me imagino que fue fuerte ir viendo que dependía de ustedes que eso bajara o subiera…
Era angustiante, porque nosotros sabíamos lo que se necesitaba. Enviamos esta información directamente al subsecretario Zúñiga o al subsecretario Dougnac. Y cerrábamos los ojos y esperábamos que ellos fueran capaces de crear esas camas y de atenderlos. Y afortunadamente Chile fue capaz de duplicar su capacidad de camas críticas en el momento más terrible. Estuvimos siempre al borde de la tragedia de la última cama, pero no ocurrió. Y eso es el resultado de nuestro esfuerzo y del esfuerzo de la primera línea (médica). Eso es lo lindo de este premio. El reconocimiento a la ingeniería, pero que se hace carne a través del trabajo de tantas personas.
Susana, «la interfaz humana» de Leonardo
Uno como usuario del sistema de salud o como usuario del proceso de vacunación generalmente piensa que las cosas suceden por sí solas. No entiende que hay una lógica en la ubicación de un centro de vacunación, disposición de camas o un lugar de toma de PCR. ¿Cómo explicas que tu trabajo se traduzca en eso?
Sí. Yo entiendo que eso ocurre. Yo muchas veces tuve que explicar a gente que dice “oye, pero ¿por qué están haciendo PCR aquí?. Ese carrito de PCR estaba ahí porque hay una fórmula súper compleja que usa un montón de datos y dice “ése es el mejor lugar para tener ese carrito”. Ahora en la pandemia, con la gente asustada y angustiada, es natural que existan roces y críticas. Nosotros tratamos de abstraernos de eso y simplemente trabajar, trabajar para ayudar a la población y a la primera línea.
Dentro de la asignación de pacientes entre hospitales a nivel nacional ¿Ustedes tuvieron que ver también con el traslado entre regiones de estos pacientes?
No tuvimos que ver con la logística, pero la información que generamos, que de repente mostraba que en esta región se necesitaban tantas camas, y en esta otra unas poquitas menos, servía para que supieran de antemano “acá no vamos a llegar con las camas en esta región”. Entonces la información ayudaba a definir el traslado en base a lo que venía hacia adelante.
Es fuerte pensar que por tus manos y la de tu equipo pasó salvar la vida de al menos 2.800 personas. ¿Han puesto en perspectiva aquello?
Lo pongo en perspectiva. Yo tengo a mi pareja que trabajó en salas Covid hasta que se enfermó. Y lo pongo en perspectiva y se lo digo a las muchas personas que trabajaron, a los científicos, pero también a los estudiantes: que se imaginen que (gracias a este trabajo) hay 3.000 familias que hoy no están llorando a alguien. Que le pongan rostro humano, que le pongan caras. Porque las muchas horas de trabajo, partirse la cabeza, tiene al final el rostro de un papá, de una mamá, sobrino, tío que sigue vivo y es súper importante que lo entendamos de esa manera.
Leonardo, me contabas que tu pareja Susana trabaja en el sistema de salud ¿Cuál fue su rol en la pandemia?
Ella es psicóloga paliativista; es decir, trabajó toda su vida profesional con pacientes que mueren de cáncer específicamente. Y cuando llegó el Covid, ella se fue al Hospital Sótero del Río inmediatamente a trabajar a las salas Covid, que es otro mundo, un mundo con mascarillas, con pecheras, pero para acompañar a los pacientes que morían o para acompañar a las familias que perdieron a un ser querido en una semana. Entonces ella trabajó en eso, con las personas en las salas Covid, con sus familias. Ella era la interfaz humana en esto.
¿Era tu bajada a lo que estaba pasando en las salas en contraste a lo que tú no estabas viendo en una oficina?
Siempre uso una figura. Nosotros éramos la segunda línea nerd para colaborar con esta primera línea que estaba ahí donde se necesitaba al ser humano. Yo siempre lo pensé, y esto es muy en lo personal, que era nuestro deber ayudar a personas como la “Su” que estaban en eso.
Leonardo, ¿tú también te contagiaste no?
Yo me contagié dos veces. Me contagié cuando se contagió la Su en septiembre, que además estuvo varios meses con licencia porque tuvo un caso de Covid prolongado terrible. Y yo después, ya vacunado dos veces, en octubre pasado, me contagié de nuevo y estuve 11 días hospitalizado.
¿Qué tan comprometida estuvo tu salud?
No alcancé a estar intubado. Estuve 6 semanas con licencia, me costó recuperarme pero afortunadamente, y a diferencia de otra gente que no ha tenido la misma suerte, logré recuperarme plenamente.
¿Qué sacaste al limpio en esos días?
Un convencimiento de que a pesar de que ya estábamos en octubre de 2021, el trabajo tenía que seguir, porque a pesar de que estábamos vacunados, había gente que no estaba vacunada y gente que se seguía enfermando. Gente que iba a seguir haciendo cuadros de Covid prolongados, entonces más bien me reforzó el convencimiento de que no había que bajar la guardia.
¿Conversaste eso con alguien?
Lo hemos conversado en equipo tremendamente y con las autoridades. Nosotros no paramos de trabajar en ningún momento. Lo de este premio, aparte del reconocimiento, es bastante terapéutico para nosotros.
¿En qué sentido?
Terapéutico en el sentido de “cerrar un ciclo”, ahora le puedo decir al equipo: “¿ves? No soy sólo yo el que te lo dice. El mundo reconoce lo que hicieron”, y me permite agradecerles de mejor manera sus esfuerzos y que se sientan más reconocidos. Además, para estudiantes de ingeniería esto es una gran muestra, es una motivación gigantesca para que sepan que pueden cambiar la situación del mundo que los rodea.
“Vamos a seguir aplicando ingeniería a los problemas de salud pública”
Me llama la atención que este premio llegó en un ambiente político muy caldeado, donde un sector tiende a pensar que lo que hace el otro está malo per se y viceversa. Pese a ello la ministra de salud Begoña Yarza y el presidente Boric dieron un espaldarazo a este equipo. ¿Un reconocimiento de esta índole ayuda a que se dejen de lado estas pugnas ideológicas en el desarrollo científico?
Sin ninguna duda. La pandemia estresó todo eso. En todas partes del mundo la oposición pensaba que el Gobierno estaba equivocado. Nosotros tratamos de abstraernos de eso y simplemente trabajar con quienes tienen que tomar las decisiones. En su momento lo hicimos con el Gobierno del Presidente Piñera y con el cambio de Gobierno nosotros conversamos con la ministra Yarza y el compromiso de ella y el nuestro es que vamos a seguir aplicando ingeniería a los problemas de salud pública que vienen y vamos a estar donde el Estado nos necesite.
«Entiendo las polémicas, entiendo por qué ocurren, nos abstraemos de ella pero me siento muy feliz con que podamos tener en una misma noticia las palabras de alegría y de compromiso del ex ministro Couve, de la ex subsecretaria Daza, pero también del ministro Salazar y de la ministra Yarza, y nosotros contamos para este premio con el apoyo en video del Presidente Boric, dando un mensaje clarísimo de la importancia de las ciencias», agrega Basso.
Eso es lindo. Es interesante cómo la ciencia, en este caso, logró una posición común que parecía imposible.
Usted tiene toda la razón. Es lindo, es bonito y el equipo y yo nos sentimos orgullosos de ser catalizadores de algo como eso. Catalizadores de un punto de encuentro entre dos coaliciones que siendo diferentes y distintas en el espectro reconocen y se unen a través de ese trabajo y del trabajo que puede seguir. Nos hace muy feliz eso.
Fuente: TheClinic.cl
Por: Sebastián Palma