La porfiada inequidad urbana y de movilidad en tiempos del COVID-19
La actual emergencia sanitaria producto de la pandemia del covid-19 ha trastocado nuestra cotidianidad fuertemente, sobre todo en los centros urbanos altamente. Cada crisis como la actual puede proveer una oportunidad para reflexionar en diseñar y generar acciones para un mejor futuro.
En particular, el rápido devenir de los acontecimientos de estas semanas, sugiere que, si bien esta pandemia está afectando la cotidianidad de quienes viven en nuestras ciudades, no lo está haciendo a todas por igual.
En particular, como ha ocurrido en otras crisis, el covid-19 sigue reflejando nuestra profunda inequidad urbana, la cual tiene manifestaciones espaciales y temporales relevantes.
Una primera inequidad es espacial; en particular, dónde vivimos y nos movemos. En efecto, el forzoso confinamiento en los hogares para una parte importante de la población pone de manifiesto la gran diferencia en las condiciones de habitabilidad que existen en nuestras ciudades, tanto en espacio como en materialidad. Definir estándares mínimos ha sido ampliamente discutido en al pasado, pero este debate no se ha reflejado en las políticas públicas.
Asimismo, en qué barrio vivimos también refleja condiciones de inequidad espaciales. Por ejemplo, el acceso a alimentos e insumos básicos a pie es muy distinto en los barrios del Gran Concepción, lo cual se hace más crítico en situaciones como las actuales cuarentenas. Aún más, el desigual acceso a modos de transporte, facilidades de transporte público, y una caminata y viaje en bicicleta seguros, aumentan esta inequidad.
Más que nunca necesitamos barrios resilientes, que permitan en el acceso de los vecinos a servicios básicos;debemos profundizar políticas urbanas que se concentren en estándares de acceso espacial en nuestras ciudades, para todas edades, incluyendo menores Y adultos mayores.
Lo anterior es la mitad de la historia, pues una segunda inequidad importante es la es decir, cuál es el grado de libertad que tenemos para adaptarnos a emergencias como la actual. Nuestro uso de tiempo cotidiano está íntimamente ligado a cómo nos movemos en la ciudad y en qué condiciones podemos cuidar a nuestros más cercanos y a nosotros mismos.
Es la inequidad urbana se debe integrar a un contexto mayor, en donde las diferencias laborales y de género deben incluirse como parte de esa reflexión. La urgencia de la crisis sanitaria lo está manifestando, pues precisamente quienes tienen menores libertades de movilidad y uso de tiempo son en gran medida quienes actualmente están cuidando nuestras ciudades y hogares.
Fuente: El Sur Concepción