#Columna La efectividad de las cuarentenas
Después de más de un año de pandemia las medidas de confinamiento como las cuarentenas parecen ya parte de nuestra vida. Para la gran mayoría de las comunas del Gran Concepción esta es la tercera vez que se encuentran en cuarentena (para San Pedro de la Paz y Hualpén ya es la cuarta). En particular, este último periodo de confinamiento se ha extendido ya por siete semanas. Lo que vemos en la calle -y en los datos- es que las cuarentenas tienen un impacto cada vez más menor en la movilidad de las personas. Por ejemplo, según los datos de los colegas del Instituto Sistema Complejos de Ingeniería (ISCI), la primera cuarentena (septiembre 2020) en el Gran Concepción redujo la movilidad en un 30%, respecto a la normalidad (prepandemia). Sin embargo, la cuarentena en que nos encontramos ahora (desde marzo 2021) ha reducido la movilidad sólo en un 20%. Es decir, un equivalente al 80% de los viajes que se realizaban en nuestra ciudad antes de la pandemia se siguen realizando. Esta pérdida de efectividad de las cuarentenas no es una particularidad de Concepción, también ocurre en todas las ciudades de Chile.
Espero no se malinterprete y es por eso que afirmo con claridad: las cuarentenas disminuyen la movilidad y, por ende, los contagios. Es más, junto a la suspensión de clases presenciales (en todos lo niveles), han sido las medidas que han tenido un mayor impacto en la movilidad en Chile. El asunto es que esa disminución ha sido cada más leve en el tiempo. Urge entonces preguntarse por qué resulta ser cada vez más difícil cumplir con estas medidas. Una razón puede ser cansancio general en la población pues esta crisis sanitaria se ha alargado más de lo que queríamos. Otra razón es que algunas personas quizás nunca se tomaron la pandemia con la seriedad que merece. Sin embargo, no podemos ignorar que muchas personas necesitan salir para trabajar y proveerse de alimentos e insumos esenciales. Medidas de confinamiento como las cuarentenas o cordones sanitarios deben ser aplicadas en conjunto con otras medidas que permitan disminuir la necesidad de salir de la población, especialmente de los que no tienen trabajo permanente.
No es sorpresa tampoco que los sectores de ingreso más bajo son justamente los que tienen puestos de trabajo que son mucho más difíciles de hacer a distancia. Suena obvio a estas alturas, pero se debe volver a mencionar: la necesidad de llevar conectividad (internet) a las áreas que no lo tienen es una emergencia. Los servicios deben acercarse a las personas, ojalá de manera virtual cuando sea posible.
Por otro lado, si un porcentaje importante de la población debe salir (por la razón que sea), preocupémonos que sea de manera segura. A las medidas de higiene y autocuidado, debemos agregar facilidades para el uso de modos de transporte seguros y eficientes como la bicicleta o caminata.
Además, invertir fuertemente en transporte público para que el distanciamiento físico sea una posibilidad en nuestro sistema. Esto es vital para un grupo importante de nuestra ciudad que confía día a día en este sistema y que, en algunos casos, no tiene otra alternativa. Debemos apuntar a un modelo de ciudad donde las actividades estén más cerca de las personas y con un acceso mucho más cómodo, en términos sanitarios y sustentables.
Fuente: El Sur Concepción