Bicicleta y caminata en tiempos de emergencia: una oportunidad urgente
Vivimos tiempos difíciles, que están desafiando y cuestionando múltiples dimensiones de nuestra vida cotidiana. En particular, la pandemia del covid-19 y sus perspectivas futuras, representan un desafío importante de cómo habitaremos y nos moveremos en nuestras ciudades en el futuro.
Aún cuando este desafío va más allá de un modo de transporte específico, esta pandemia ha logrado acelerar el debate respecto ala relevancia de la bicicleta y la caminata para ciudades para una mejor calidad de sus habitantes. Los argumentos esgrimidos en el pasado acerca del rol de la caminata y bicicleta, en la salud y la equidad social, se suman a su relevancia para darle una alternativa a muchas personas para moverse en la ciudad, con una distancia segura a los otros.
Precisamente bajo ese argumento, alrededor de 160 ciudades en el mundo se encuentran desarrollando cambios en sus calles para facilitar el uso de la bicicleta y la caminata.
Ciudades tan dispares como Milán, París, Berlín y Bruselas, así como Lima y Bogotá, se encuentran implementando ciclovías y sendas de bicicletas de emergencia en vías en donde no existían o eran muy estrechas para estas necesidades.
De la misma manera, se han implementado medidas para aumentar el espacio para peatones, restringiendo el uso del automóvil a través del cierre de calles y el ensanchamiento de aceras usando parte de la calzada.
En Chile, ciudades como Arica, Rancagua y Chillán han sido pioneras en estas iniciativas, gracias al impulso ciudadano, el liderazgo de sus municipios, y el apoyo de sus autoridades regionales.
La experiencia de otras ciudades, sumada a nuestro conocimiento local, muestran que implementar medidas para favorecer la bicicleta y caminata en nuestras ciudades tiene sentido desde el punto de vista de la equidad y salud.
En particular, redistribuir el espacio para la caminata y la bicicleta no solo implica incentivarlos, sino que reconocen que, en muchos lugares, el flujo de peatones y ciclistas es incluso mayor que el de personas en automóvil. Privilegiar la caminata y la bicicleta no solo impacta los viajes de menos de 5 km, sino que también la intermodalidad y especialmente el uso del transporte público en estas nuevas condiciones, en el acceso, egreso y espera de los buses.
Finalmente, estas medidas también hacen sentido económicamente, pues invertir en un kilómetro para la bicicleta es mucho más barato que invertir en infraestructura para el automóvil. Este también podría ser un fundamento para dotar al Gran Concepción de más ciclovías en vez de invertir en más autopistas o vías exclusivas para automóviles.
Como habitantes de ciudades de la Región del Biobío, tenemos una oportunidad única para generar un cambio en cómo usamos y vivimos el espacio público de nuestras ciudades, desafío urgente dadas las condiciones sanitarias de nuestro país.
Es el momento para que ciudadanos, municipios y quienes pueden generar el cambio, lo impulsen.
Fuente: Diario El Sur Concepción