Un camino de adaptación y resistencia frente al cambio climático
»Incorporar recursos distribuidos que permitan abastecer el suministro eléctrico ante la ocurrencia de eventos catastróficos y adecuar la normativa vigente a nivel de las exigencias del cambio climático, son —a juicio de expertos— el motor de arranque para lograr una red energética más sólida y eficiente.
ELTÉRMINO RESILIENCIA ha tomado gran protagonismo en los últimos tiempos. Es innegable que se ha convertido en una de esas palabras simples que se aplica a todo y para todo. Resiliencia significa flexibilidad, adaptabilidad, resistencia y capacidad de sobreponerse a las adversidades. A partir de estas referencias el concepto puede ser fácil de asociar a los seres vivos. Pero, ¿puede aplicarse el término resiliencia a objetos inanimados y, en particular, a la infraestructura eléctrica?
Tal como explica Rodrigo Moreno, académico de la Universidad de Chile e investigador del Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI), la resiliencia se refiere a la habilidad de lidiar con eventos extremos o catastróficos, ya sean causados por la naturaleza o por el hombre. “Desde el punto de vista de la toma de decisiones, estos eventos generan riesgos que pueden mitigarse implementando distintas medidas, las cuales pueden estar enfocadas a evitar un colapso y/o a reponerse de uno de forma efectiva”, señala el experto.
En el ámbito de las energías, mucho se escucha hablar de la necesidad de crear un sistema eléctrico resiliente y, en especial, una red de distribución que contenga tal atributo. Esto significa disponer de una red con la capacidad de mantener y ofrecer un nivel de servicio aceptable, continuo y fluido, ante la ocurrencia de eventos externos que supongan un reto para las condiciones normales.
Como eventos extremos, pueden mencionarse terremotos, nevazones, erupciones volcánicas, temporales, aluviones e incendios forestales, entre otros. Aunque también hay eventos producidos por el ser humano, como es el robo de cables, que también pone en riesgo la estabilidad del servicio y de la red.
Sin embargo, hablando de aquello que no se puede controlar, actualmente Chile enfrenta una oleada de incendios forestales que han afectado sobre todo a las regiones de Ñuble, Biobío y la Araucanía. Y así como los habitantes y los ecosistemas de esas zonas han resultado perjudicados por estos eventos, también las redes de distribución.
Juan Meriches, director de Asuntos Públicos de Empresas Eléctricas A.G. explica que “según la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), Chile cumple con siete de las nueve características que definen a un país como vulnerable frente al fenómeno de cambio climático, por lo que estaremos cada vez más expuestos a una mayor frecuencia de eventos extremos”.
Agrega que hoy más del 90% de las redes eléctricas de distribución del país son aéreas, lo que supone una exposición de las líneas a esas condiciones climáticas, lo que implica un desafío enorme a nivel país.
“En los últimos años las empresas distribuidoras han sido testigos del incremento de eventos naturales de diferente naturaleza, por lo que han ido adaptando y mejorando sus procesos, incorporando nueva tecnología y trabajando con las comunidades. Esto ha permitido enfrentar de mejor manera estos fenómenos, gestionando los tiempos de interrupción de suministro, cuando estos ocurren”, explica Meriches.
Vulnerabilidad de las redes
Según Ramón Castañeda, miembro del CENTRAUAI, incendios como los que se han visto en el país durante este verano, constituyen una condición ambiental extrema, que sin duda produce un impacto significativo en el sistema eléctrico de distribución. La recuperación de la operación puede incluir la necesidad de una reconstrucción total o parcial según sea el impacto en la infraestructura.
En la opinión de Rosa Serrano, consultora independiente y candidata a PhD, la alta exposición de las redes de distribución “se debe principalmente a la baja altura de los conductores, en comparación con las redes de transmisión, y a la cercanía de vegetación propia de cada zona”.
Recientemente y a raíz de los daños causados por los incendios forestales, CGE, que opera líneas de transmisión y distribución en las zonas afectadas, informó la reconstrucción de más de 33.600 metros de redes eléctricas dañadas por el fuego en Ñuble y Biobío; 102 postes y 9 transformadores.
Además, detallaron en la empresa, “se ha reparado más de 200 empalmes que quedaron inutilizados y, asimismo, la compañía ha dispuesto la atención de su oficina móvil en Tomé, la cual realizó más de 220 atenciones a clientes, como también ha entregado generadores de respaldo a aquellos usuarios que se encuentran en una situación médica complicada”.
Al respecto, Juan Meriches señala que “los esfuerzos de las distribuidoras que operan en esas zonas han estado puestos en recuperar el servicio eléctrico a la brevedad posible, reconstruyendo líneas dañadas donde ha sido posible, reconectando empalmes que permitan iniciar las tareas de reconstrucción”.
¿Qué hacer para proteger las redes de distribución?
De acuerdo con Rodrigo Moreno, en el caso de redes de distribución se pueden considerar medidas a nivel de inversión, operación y mantenimiento. “Puede ser clave enfocarse en la reparación de equipos y líneas para permitir una recuperación eficaz del suministro y de la infraestructura después de la ocurrencia de un desastre”, estima el experto.
Sobre la necesidad de un manejo correcto del entorno, Rosa Serrano recuerda que las líneas de distribución atraviesan vastas zonas, “por lo tanto, es necesario dotar a las empresas distribuidoras de los recursos adecuados para realizar las actividades de poda, tala y despeje, así como también establecer planes de acción que involucren a la comunidad a fin de que puedan colaborar con la identificación de las zonas más complejas y se entreguen las facilidades para realizar las labores de mantenimiento preventivo necesarias”.
Juan Meriches concuerda en que “la preocupación más urgente e inmediata pasa por mejorar la convivencia de las redes aéreas con su entorno, en particular con el arbolado, tanto urbano como rural, debido a la caída de árboles y ramas sobre el tendido eléctrico producto de las condiciones climáticas cada vez más extremas”.
En el caso del arbolado urbano, el deterioro, envejecimiento, enfermedades y debilitamiento de las raíces de los árboles, como consecuencia de las alteraciones climáticas, ha dejado en evidencia que un volumen considerable de vegetación representa un riesgo de accidente para la comunidad y el suministro eléctrico.
“También tenemos reportes de incumplimientos por parte de propietarios de predios privados respecto de la normativa que regula la convivencia entre vegetación y líneas eléctricas y que prohíbe realizar plantaciones o construcciones que perturben las servidumbres, lo que aumenta el riesgo en estas zonas que escapa al ámbito de las empresas distribuidoras”, puntualiza Meriches.
Redes resilientes: El rumbo a seguir Gran parte de las propuestas surgidas pasan por una necesaria renovación y adecuación de la regulación actual en materia de redes de distribución. Ramón Castañeda comentó que “en un reciente seminario se discutió la conveniencia de actualizar el marco normativo vigente para la distribución eléctrica en el contexto de la transición energética, y frente a los desafíos del cambio climático”.
Por otra parte, en la última versión de la Política Energética Nacional publicada en marzo de 2022 se proponía la creación de un consejo público-privado de carácter técnico permanente, cuya labor sería la evaluación sistemática de la seguridad y resiliencia de los sistemas energéticos, contribuyendo con evidencia técnica y colaborando en orientar las políticas públicas en materia de confiabilidad del sistema eléctrico.
La regulación actual del segmento de distribución tiene más de 40 años, agrega Juan Meriches. “Fue pensada en tiempos en que las variables de cambio climático y la necesidad de resiliencia no eran parte de la agenda pública, por lo que éstas no están incorporadas como concepto. De hecho, tampoco considera la inclusión de la transición energética, que es el camino que queremos transitar como país”.
“Creemos que la futura reforma a la distribución es una oportunidad para actualizar ese modelo regulatorio, incorporando variables de cambio climático en el diseño de la red, permitiendo una mayor robustez, resiliencia y confiabilidad de ésta”, considera el representante de Empresas Eléctricas A.G.
Ramón Castañeda culmina diciendo que la bidireccionalidad de los sistemas eléctricos de distribución, mencionada por el ministro de Energía Diego Pardow, será un factor clave tanto para la confiabilidad como para la resiliencia, a partir de la digitalización del sistema en su conjunto.
Con inteligencia artificial
Rodrigo Moreno entregó detalles del trabajo que se viene haciendo para ayudar a mitigar los efectos del cambio climático sobre la infraestructura eléctrica. “Desde el Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI) hemos contribuido de forma importante a la materialización del concepto de resiliencia en redes eléctricas, creando nuevas teorías y modelos orientados al diseño de sistemas más resilientes”, indicó el ingeniero.
Añadió que en la actualidad se encuentran trabajando en un nuevo proyecto en colaboración con una empresa distribuidora en Chile para aplicar algoritmos avanzados de inteligencia artificial que permitan pronosticar puntos de partidas de incendios y propagaciones posibles. Lo anterior, de manera de anticiparse a los impactos que pueden provocar estos eventos cerca de una red eléctrica y así tomar las medidas de mitigación pertinentes.
Es urgente avanzar en esa reforma (de la Ley ‘ General de Servicios Eléctricos), de modo de hacer tangible la transición energética para las personas y también abordar los desafíos que supone el cambio climático”, Juan Meriches, director de Asuntos Públicos de Empresas Eléctricas A.G.
Diversos operadores
En las zonas afectadas por los incendios operan distintas compañías distribuidoras y cooperativas eléctricas:
– Región del Maule: CGE, Luz Linares, Luz Parral y Cooperativa Eléctrica Curicó.
– Región de Ñuble: CGE, Copelec, Frontel, Coelcha y Luz Parral.
– Región del Biobío: CGE, Frontel, Coopelan, Copelec y Coelcha.
– Región de la Araucanía: CGE, Frontel, Saesa y Codiner.
Un estudio recientemente publicado por nuestro grupo demuestra que es costo-efectivo desplegar medios energéticos distribuidos, incluyendo generación y almacenamiento, y micro redes para aumentar la resiliencia de las redes de distribución”, Rodrigo Moreno, académico de la U. de Chile e investigador del ISCI.
El nivel de resiliencia de una instalación y de la red de distribución está íntimamente relacionado con el diseño de esta; sin embargo, el correcto funcionamiento de los componentes y por lo tanto del sistema también depende de los mantenimientos preventivos adecuados”, Rosa Serrano, consultora independiente.
“La bidireccionalidad de los sistemas eléctricos de distribución, mencionada por el ministro Pardow, será un factor clave tanto para la con-fiabilidad como para la resiliencia, a partir de la digitalización del sistema en su conjunto”, Ramón Castañeda, miembro del CENTRA-UAI.
Fuente: Electricidad