#Opinión Soluciones a la congestión: Mas allá del recetario
Uno de los temas cotidianos más discutidos estas semanas es la congestión vehicular que experimentamos en nuestras ciudades; conversación que han sido frecuente cada inicio de marzo en los años antes de la pandemia. Este fenómeno se ha agravado, pues ahora el tráfico vehicular es en promedio un 20% mayor respecto a esos años. Sin embargo, “solucionar” la congestión vehicular no se logrará sin entender que es síntoma de una causa más profunda. El problema de fondo es la excesiva y creciente dependencia del automóvil que tenemos para realizar nuestros viajes, la insuficiente respuesta que nuestro sistema de transporte público actual, y el poco incentivo a la caminata y bicicleta.
Ello no significa que no debamos paliar los síntomas. En el corto plazo, es importante enfrentar aspectos menores pero importantes, tales como el abuso de paradas cerca de colegios y otros lugares de gran afluencia, así como una mejor gestión y fiscalización de virajes y bloqueos en intersecciones. También hay consenso de que nuestra ciudad requiere en el mediano plazo inversión básica en infraestructura, que, por ejemplo, separe de manera adecuada el transporte de carga del de pasajeros.
Sin embargo, esta mirada centrada únicamente en el tráfico y el uso del automóvil apenas es paliativa de los síntomas, pero no es suficiente para enfrentar las causas más profundas. Requerimos de políticas que ataquen la creciente dependencia al automóvil, revirtiendo la tendencia de desarrollos inmobiliarios localizados cada vez lejos de las actividades cotidianas y con insuficiente oferta de servicios básicos de compras, estudios y trámites. Ello implica un cambio necesario en cómo configuramos la localización de nuestras actividades y construimos ciudad. En cuanto al transporte público, pese a los grandes esfuerzos del pasado, requerimos consolidar su infraestructura, mejorando vías exclusivas, fiscalizando su apropiado, e invirtiendo mejorar la calidad del servicio y el desarrollo de nuevas alternativas, pues es la pieza fundamental del desarrollo económico, social y ambiental de nuestras ciudades. Finalmente, es clave concentrarse en la importante proporción de viajes de menos de cinco kilómetros, que se realizan en automóvil y generan congestión vehicular. Si bien no todos ellos pueden ser reemplazables por caminata o bicicleta, generar más incentivos para que estos modos sean una alternativa atractiva para muchas personas, es una parte clave de estas soluciones.
Una buena calidad de vida en nuestras ciudades no se va a lograr dependiendo del automóvil; no es posible que la mayoría de esos viajes, en particular en las horas de mayor traslado, sean en este modo. Por ello, si bien necesitamos remedios para paliar el síntoma de la congestión, debemos enfrentar, con firmeza y paciencia, las causas más profundas, que permitan que nos podamos trasladar no solo más rápido, sino que también más felices y de manera más sustentable.
Juan Antonio Carrasco, Investigador CEDEUS, ISCI y académico de la Universidad de Concepción.