Lo bueno, lo malo y lo feo en China: ¿qué podemos aprender?
Tras una visita de un mes a China, es inevitable comparar ambas realidades, e intentar extraer algunas lecciones.
A diferencia de Chile, en este gran país asiático existe un partido único, y llama la atención su alta presencia en emblemáticos edificios y publicidad callejera, incluyendo universidades. También, se percibe un control latente sobre los ciudadanos, quienes deben presentar su carnet de identidad con chip, al entrar al Metro, trenes, museos y universidades. Lo “bueno” son muchas cosas: no se percibe delincuencia ni violencia en la calle; de hecho, es práctica habitual dejar una cartera o celular en la mesa de un restorán para ir al buffet o a los servicios higiénicos y no desaparece; muy grato, sobre todo para nosotros los chilenos. Además, no se ven mendigos, personas en situación de calle ni grafiti en las calles. Finalmente, hay un respeto admirable por la autoridad y los mayores, algo que desgraciadamente se ha perdido en nuestro país.
También, tecnológicamente, nos superan ampliamente. Prácticamente no usan dinero, todo se paga con WeChat, una especie de Whatsapp, con sólo apuntar el celular (sin claves, ni números secretos), que también se puede usar para, por ejemplo, elegir y pagar un café a una cuadra de distancia, y al llegar al lugar simplemente te entregan el producto, ¡una maravilla!
Desde el punto de vista de transporte, mi especialidad, el Metro es superior y más seguro que el nuestro, los trenes son en su mayoría de alta velocidad (sobre 300 km/hr) e incluso existen trenes del tipo Maglev (levitación magnética), también a 300 km/hr para ir, por ejemplo, de Shanghai al aeropuerto. Los autos eléctricos ya superan el 40% del parque en las grandes ciudades, y se están constantemente diseñando nuevos modelos más eficientes.
Pero no todo son diferencias; nos parecemos en un aspecto importante: las calles están colapsadas de automóviles, pero no hay muchos buses y tampoco tienen muchas pistas exclusivas (en las ciudades que estuve – Nanjing, Beijing y Xuzhou). Aunque hay buenas ciclovías, están tapadas de e-bikes (una especie de motoneta eléctrica pequeñita), pero también se ven bastantes bicicletas normales y de alquiler, en su mayoría del tipo “dockless” (se pueden dejar en cualquier parte).
Lo “malo” de China en este sentido, es el escaso respeto a las ciclovías (incluso es posible encontrar camiones estacionados en ellas), además, las usan sin mucha preocupación motocicletas más grandes y rápidas que las e-bikes, generando situaciones muy peligrosas. Lo “feo”, es la falta de veredas en muchos lugares, lo que obliga a los peatones a circular por la calzada junto con los autos (incluso en zonas acomodadas de las ciudades).
En mi opinión, tanto China como Chile experimentarían una mejora sustantiva en sus condiciones de tráfico si las ciclovías fueran más, mejores y respetadas. Así, si los ciudadanos optaran por la bicicleta en cualquier viaje inferior a los 7 km (aproximadamente la distancia promedio de viaje en las ciudades más grandes de ambos países), se reduciría significativamente la congestión y la contaminación urbana. Además, al potenciar el uso de la bicicleta ganaríamos en salud, ayudando a combatir la pandemia de la obesidad, que sin duda es mayor en nuestro país.
Juan de Dios Ortúzar
Profesor Emérito, Departamento de Ingeniería de Transporte y Logística,
Investigador Clave, Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI),
Universidad Católica de Chile
Fuente: Diarioestrategia.cl