¿Fijar los precios de los fármacos?
La crisis por el covid-19 ha hecho renacer una antigua discusión sobre la conveniencia en la fijación de precios y los riesgos de desabastecimiento, mercados negros y especulación. En este contexto, considerando la pronta discusión en el Senado de la Ley de Fármacos II, es pertinente hacer algunos alcances sobre las posibles ventajas de fijar precios para medicamentos en Chile.
El principal argumento para la fijación de precios de los fármacos es que, en condiciones normales, su precio sería alto, y la competencia no estaría cumpliendo su rol de mantener precios bajos. ¿Por qué la competencia no funcionaría en este caso?
En primer lugar, como lo muestra un estudio de la Fiscalía Nacional Económica, existe muy poca competencia en la industria. Más de un 70% de los fármacos que no tienen protección por patente tienen un solo laboratorio que los provee y en la práctica actúan como si fuera un monopolio. La evidencia muestra que en aquellos fármacos en los que sí existe competencia los precios bajan considerablemente: un informe elaborado por IQVIA muestra que los precios de los genéricos en Chile están entre los más bajos de la región.
Por lo tanto, más que fijar precios, se debe permitir y fomentar la entrada de más proveedores. Para esto es indispensable reducir los costos y trámites burocráticos para el registro y certificación de fármacos. Los plazos y requisitos para estos trámites deben ser claros y los costos bajos. Además, los fármacos aceptados por agencias extranjeras en países con estándares sanitarios reconocidos, como Estados Unidos, Canadá, Alemania o Japón, debieran tener trámites cortos y expeditos.
Esta solución, sin embargo, no aplica para aquellos medicamentos protegidos por patentes. La conveniencia de fijación de precios en estos casos tiene consideraciones no solo económicas sino también políticas (las cuales por razones de espacio no son materia de esta columna).
En segundo lugar, la competencia se ve reducida por la asimetría de información en este mercado. Esta obliga a los pacientes a confiar casi ciegamente en sus médicos, a lo que se suma, una relación a veces indeseada entre médicos y algunos laboratorios que dedican importantes sumas de dinero para convencer a los médicos de recetar sus fármacos. Esto no se resuelve limitando la entrada y registro de marcas similares que aumentan la competencia —como algunos han sugerido— sino más bien regulando la relación entre los laboratorios con sus ‘visitadores’ y los médicos que recetan sus fármacos.
Facilitar la entrada de proveedores y regular la relación entre laboratorios y médicos que genera problemas de agencia van a aliviar el fondo del problema y son, en general, políticas más recomendables que la fijación de precios, que ataca un síntoma de los problemas que existen en la organización de esta industria.
Fuente: La Segunda