Falta de recursos limita el desarrollo de los vuelos “verdes”
El uso de biocombustibles para aviones absorbe extensas tierras de cultivo, por lo que se asoma la producción en base a energías renovables, entre las cuales el uso de hidrógeno verde podría ser una oportunidad para Chile.
Se estima que la aviación contribuye con alrededor del 4% al calentamiento global inducido por el hombre y se prevé que causará un calentamiento de aproximadamente 0,1° Celsius para 2050, si continúa creciendo a las tasas previas a la pandemia, según un estudio publicado en la revista Environmental Research Letters.
Esto, porque la aviación aporta aproximadamente el 2,4% de las emisiones mundiales anuales de CO2, unos mil millones de toneladas al año. Solo un ejemplo: un avión con 88 pasajeros supone una contaminación de 285 gramos de dióxido de carbono por persona y kilómetro; en tren, este costo medioambiental se reduciría a unos 14 gramos de CO2.
Los datos ponen de relieve la importancia de reducir los negativos efectos medioambientales de la aviación, con el objetivo de alcanzar los acuerdos internacionales de reducción de emisiones. Sin embargo, el uso de este tipo de combustibles crece muy lentamente y se enfrenta a una serie de dificultades.
‘Al día de hoy, no existe una alternativa evidente y las opciones están abiertas. Se necesita un esfuerzo mayor en esta materia, desde más investigación, hasta una coordinación política a nivel global’, señala Rodrigo Moreno, académico de la Universidad de Chile e investigador del Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI).
Diversas fuentes
‘Existen principalmente cuatro tipos de combustibles que permitirían hacer la aviación más sustentable: biocombustibles, hidrógeno, amoniaco y combustibles sintéticos. Todas estas opciones presentan desafíos inmensos para abastecer los niveles de combustibles requeridos a futuro a nivel global, ya que requieren grandes cantidades de tierra, en el caso de biocombustibles, o de energía renovable, en todo el resto de los casos’, señala Moreno.
De acuerdo a un informe de la FAA (Administración Federal de Aviación de Estados Unidos), hay diversas fuentes desde las cuales se podrían obtener estos combustibles: de la basura (aceite y grasa de cocina usados, residuos sólidos municipales, materiales de construcción reciclados, por ejemplo); de la tierra (cáscaras de maíz y grano, la lignina de las plantas, residuos de madera de molinos y bosques o de la industria maderera, caña de azúcar); o del agua (algas, hierbas que crecen en agua salada).
Pero su uso es aún muy bajo: el aeropuerto Heathrow de Londres es el mayor consumidor de biocombustibles del mundo, pero esa cantidad apenas equivale a 0,5% del combustible total de dicho terminal. Además, este tipo de combustible involucra grandes terrenos agrícolas. En el caso de Gran Bretaña, un estudio de la Royal Society arrojó que la producción de suficiente biocombustible para suplir la industria de la aviación británica implicaría el uso de la mitad de las tierras de cultivo del país, lo que pondría presión al suministro de alimentos.
Fuentes renovables
Otra de las opciones más destacadas de SAF (combustible sustentable para aviones, por su sigla en inglés) es una alternativa sintética, que utiliza electricidad renovable para producir hidrógeno del agua, que luego se combina con CO2 del aire dando lugar a un combustible de aviación sostenible. Pero esta alternativa requeriría cambios tecnológicos en los aviones. Y otro problema es la disponibilidad de energía renovable (ER): ‘Si bien es una prometedora fuente futura de combustible, dependerá de grandes cantidades de ER para reducir con éxito las emisiones de carbono’, señala la FAA.
En caso de prosperar este último tipo de combustible en la industria, se podría abrir una oportunidad para nuestro país, que proyecta ser un gran productor de hidrógeno verde. ‘Chile podría transformarse en un actor clave si las alternativas para hacer la aviación más sustentable se inclinan hacia este combustible y sus derivados, como el amoniaco o los combustibles sintéticos. Poseemos un potencial renovable de grandes magnitudes, que podría abastecer varias veces la demanda nacional de electricidad. A futuro, este potencial podría servir para producir hidrógeno verde a niveles globalmente significativos’, puntualiza el académico.
‘Chile podría transformarse en un actor clave si las alternativas para hacer la aviación más sustentable se inclinan hacia el hidrógeno y sus derivados’.
Fuente: El Mercurio – Edición Especial