Energías solar y eólica se convierten en las principales fuentes de generación energética en Chile
Con la mayor cantidad de proyectos en desarrollo, las energías producidas a partir del sol y el viento están permitiendo desplazar sostenidamente a las fuentes térmicas, allanando el paso de nuestro país a la descarbonización. Al mismo tiempo, plantean nuevos requerimientos para potenciar su uso.
El desierto de Atacama tiene uno de los índices de radiación solar más altos del planeta —3.500 KWh por metro cuadrado—, 2 mm de precipitaciones y más de 4.000 horas de sol promedio al año, además de poco viento y escasa humedad en el ambiente. Por eso es considerado ‘el mejor lugar del mundo para producir energía solar’, como lo calificó el Washington Post en un estudio.
Y a medida que se avanza hacia el sur, nuestro país cuenta con excelentes condiciones de viento para la generación de energía eólica. Por ejemplo, la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena posee uno de los mejores recursos eólicos a nivel nacional, alcanzando un potencial estimado en 126.000 MW, según datos del Ministerio de Energía.
Ello ha llevado a que las fuentes solar fotovoltaica (FV) y eólica sean cada vez más parte determinante de la energía producida en Chile, habiendo más que duplicado su participación en la matriz energética, al pasar de un 12,4% a un 28% entre 2018 y 2022, de acuerdo a Generadoras de Chile.
Esto contribuyó a que en 2022, por primera vez después de 15 años, la generación total de energía renovable (ER) superara a la térmica, con un 55,3% versus 44,4% de participación, apalancando el camino a la descarbonización. Hace cinco años el carbón era la principal fuente de generación eléctrica, con casi un 40%; en 2022, bajó a 23%.
Avance sostenido
Se estima que este avance de las energías renovables se mantendrá en el futuro, impulsado siempre por las fuentes solar y eólica, ya posicionadas mundialmente como los principales proveedores nuevos de generación eléctrica y en los cuales se concentra la mayor cantidad de proyectos en desarrollo en Chile. ‘Son renovables, muy abundantes y nuestro país es muy rico en ellas. Hoy, toda nueva fuente energética que Chile está desarrollando proviene de ellas’, señala Claudio Seebach, presidente ejecutivo de Generadoras de Chile A.G.
‘En la actualidad, las tecnologías solar fotovoltaica y eólica son las más competitivas respecto a sus costos nivelados de desarrollo. Ello, sumado al inmenso potencial de generación eólica y solar que presenta Chile, redunda en que, desde la perspectiva económica, lo más eficiente es expandir el sistema en base a este tipo de instalaciones’, agrega Felipe Gallardo, director de estudios de la Asociación Chilena de Energías Renovables y Almacenamiento (Acera).
Pero por su propia naturaleza, la generación de energía solar y eólica presenta el problema de su variabilidad: no es posible producirlas de noche o si no sopla el viento; y por otra parte, cuando la energía solar o eólica generada en el día no puede ser inyectada al sistema de manera inmediata, se producen vertimientos, es decir, ‘pérdidas’ de energía.
Ello hace imprescindible considerar fuentes complementarias de generación renovable (como biogás, energía geotérmica o hidráulica, por ejemplo) y/o formas de almacenamiento, como baterías o la concentración solar de potencia (CSP), las que permiten ‘guardar’ energía para ser usada posteriormente, por ejemplo, en los bloques nocturnos. ‘El desafío consiste en encontrar el mix de generación más eficiente para complementar la generación solar fotovoltaica y eólica’, destaca Gallardo.
Segundo tiempo de la industria
‘En una primera etapa, las políticas públicas estuvieron enfocadas en el fomento de las ER y hemos sido exitosos en ello’, afirma el subsecretario de Energía, Julio Maturana. ‘Ahora se requiere avanzar a un ‘segundo tiempo’ de desarrollo de esta industria, donde se aprovechen todas las ventajas de las ER, disminuyendo vertimientos e incluyendo almacenamientos’.
La autoridad explica que se necesita agregar ‘flexibilidad al sistema, que nos permita asegurar el suministro con ER la mayor cantidad de tiempo posible durante el día’, y un primer paso fue la promulgación de la Ley de Almacenamiento, que permite ‘remunerar’ el acopio de energía. ‘Hasta antes de esta ley, económicamente no era posible construir una planta con baterías que permitieran ‘guardar’ la energía solar y eólica que se produce durante el día para inyectarla al sistema en la noche’, detalla.
‘La ley es un gran avance, es el comienzo de la conversación; luego viene el reglamento y ahí podremos ir perfeccionando los pasos’, opina Claudio Sepúlveda, gerente ejecutivo de la Asociación de Concentración Solar de Potencia (ACSP), para quien quedan asuntos pendientes: ‘La ley da la oportunidad de entrar al sistema a centros de almacenamiento no conectados a un punto de generación; lo que proponemos es que también se deberían considerar proyectos de energías renovables más almacenamiento’.
Sector líder
Rodrigo Moreno, profesor de la Universidad de Chile e investigador del Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI), señala que nuestro país puede ser pionero en minimizar el uso de combustibles fósiles, pero se requieren esfuerzos en lo técnico, económico, social y político.
En lo económico, el académico estima necesario ‘corregir una serie de dificultades del marco regulatorio y diseño del mercado eléctrico. Nuestra normativa ralentiza la entrada de generación renovable y las correcciones son desafiantes porque, mientras migramos hacia un sistema más sustentable, dependemos del buen uso de los combustibles fósiles para generar energía. Este muchas veces se ha interpretado como una barrera al desarrollo de energías limpias, pero no debiera serlo, si las cosas se hacen bien’, afirma.
Claudio Seebach destaca que según el último IPOM del Banco Central, el sector energía liderará la reactivación en 2023 y será el segundo mayor inversionista en Chile después de la minería en los próximos cinco años. Sin embargo, ‘para concretar ese potencial de inversión, se requiere abordar con urgencia las condiciones habilitantes para el desarrollo de ER y la electrificación’. Entre estas, indica ‘la implementación oportuna del almacenamiento y de la ley aprobada para integrar más ER; transmisión robusta y mejor planificada; modernizar el sector distribución; fortalecer recursos y capacidad de gestión de las instituciones del mercado eléctrico, y coherencia regulatoria para alcanzar la carbono neutralidad’, entre otras.
Próximas leyes
El subsecretario Maturana destaca que ‘estamos tramitando en el Congreso un proyecto de ley, presentado por la administración anterior, para aumentar las metas de participación de ER en nuestra matriz energética. Dicha iniciativa consideraba alcanzar una cuota de comercialización de energías renovables no convencionales (ERNC) de 40% al 2030, pero en base a la evidencia disponible, creemos posible alcanzar un 60% a ese año, así como un mínimo de 40% en bloques horarios. Parece una meta desafiante, pero es muy responsable considerando la urgencia que nos impone el cambio climático’.
Pero reconoce que ‘fijar cuotas no es suficiente’, por lo que el gobierno está trabajando en otras iniciativas para el avance de las energías limpias. ‘Entre ellas, el nuevo Reglamento de Potencia que ingresaremos durante el primer semestre a Contraloría, y futuros proyectos de ley para mejorar la transmisión, la distribución y el mercado mayorista de la energía, temas que hemos consensuado en diversas mesas de trabajo y que son prioritarios para la industria’.
En la medida que se avance en estos y otros aspectos, Chile podrá avanzar hacia la meta de alcanzar la carbono neutralidad y resiliencia climática al 2050, según la Ley Marco de Cambio Climático. Daniel Olivares, director del Center for Energy Transition (Centro para la Transición Energética, CENTRA) y profesor asociado de la Facultad de Ingeniería y Ciencias en la Universidad Adolfo Ibáñez, explica que ‘en la matriz eléctrica esto significa lograr que más del 95% de la energía generada anualmente provenga de fuentes renovables. Se han analizado distintos escenarios de transición acelerada, que permitirían alcanzar la meta el año 2042 si se anticipa el cese de la generación a carbón al 2030 (el calendario actual lo considera al 2040)’.
Y un logro de ese tipo también contribuiría a la gran meta planetaria de alcanzar la carbono neutralidad antes de 2050, para evitar el alza de temperatura del planeta por sobre los 1, 5 °C.
Fuente: El Mercurio