En la mente de los apostadores

Las decisiones humanas—y también las de muchas otras especies—están llenas de sesgos. Los sesgos son fallas en la percepción de los eventos en nuestro ambiente que nos llevan a tomar decisiones que se alejan de lo que una persona más racional y objetiva haría. Imagine que la probabilidad de ganar la lotería es extremadamente baja, pero las personas tienden a sobrevalorar esa pequeña posibilidad y siguen comprando boletos con la esperanza de ganar. Así, existen muchos otros.
Los sesgos son generales y todos somos susceptibles a ellos, incluso cuando los conocemos. Es imposible deshacerse de ellos. Sin embargo, existen ciertas estructuras de personalidad que son más vulnerables que otras, como los apostadores de casino u otros juegos de azar. En la psicología y neurociencia de las decisiones, sabemos que existen sesgos que son específicamente explotados por casinos y empresas de juegos para mantener a los jugadores interesados en apostar.
Un clásico ejemplo es el denominado sesgo del jugador o falacia del apostador. Aquí, el apostador cree que si un evento ha ocurrido repetidamente en el pasado, es menos probable que ocurra en el futuro, o viceversa. Por ejemplo, si una ruleta ha caído en rojo seis veces seguidas, el jugador puede pensar erróneamente que en la próxima tirada es más probable que salga negro para “compensar” la racha anterior. Este es un sesgo irracional porque cada giro de la ruleta es independiente y la probabilidad de que salga rojo o negro sigue siendo la misma en cada tirada.
Quizás el más interesante se basa en nuestra percepción de las pérdidas y las ganancias. En general, cuando tenemos una pérdida de un cierto monto, la infelicidad que nos causa es mayor que la felicidad que nos causaría una ganancia del mismo monto. Por ejemplo, si pierdes 10 mil pesos en una apuesta, la sensación de desazón es mayor que el entusiasmo de ganar el mismo monto. Así, uno podría presentar a las personas con una decisión enmarcándola como una pérdida o una ganancia, aun cuando objetivamente son lo mismo, y vería que la gente evitará una opción presentada como pérdida y se inclinaría por la misma si fuera presentada como ganancia. Por ejemplo, si te digo que una opción tiene asociado un “80% de éxito” y en otro contexto es presentada como “20% de fracaso”, entonces las personas elegirán mayormente la primera aun cuando son objetivamente lo mismo.
Los casinos explotan este sesgo con una estrategia denominada “pérdidas disfrazadas de ganancias” . Por ejemplo, en las máquinas tragamonedas, si un jugador apuesta 10 mil pesos y gana 3 mil, la máquina hará luces y sonidos como si realmente hubiera ganado, cuando en realidad ha perdido 7 mil pesos. Repetidamente, esto hace que los jugadores sobreestimen sus ganancias y permanezcan apostando por largos periodos.
Entender la psicología del jugador es clave para desarrollar estrategias de apoyo y tratamiento. El juego es una actividad muy entretenida y adictiva, especialmente cuando se explotan estos sesgos, y abordar el problema de manera efectiva requiere un enfoque holístico. En países como el Reino Unido, existen programas de autoexclusión donde los jugadores pueden registrarse para no ingresar a casinos, además de líneas de ayuda y servicios de asesoramiento especializados por expertos en salud mental. Comprender los sesgos que afectan a los jugadores permite diseñar mejores intervenciones y políticas públicas, protegiendo a quienes son más vulnerables, sin afectar a quienes disfrutan del juego de manera responsable.
Omar Pérez
Investigador Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería, ISCI
Profesor asistente Depto de ingeniería industrial, DII, Universidad Chile
Fuente: Diarioestrategia.cl